Archivo mensual: febrero 2013

Hermoso Laberinto

Quise darle tiempo,
No sé si era lo necesario.
No quería quedarme quieto demasiado
Sentía que no debía presionarla.

Esto mismo, decía,
Podía llevarme a perderlo todo.
Dejar que todo pase, otra vez…
O moverme con sobrada presteza.

Quería saberlo todo,
Quería estar siempre,
Por suerte no dejé
Que el ego marcara mi senda.

Quise darle espacio,
Y me sentía tan de lado.
Me sentía tan afuera,
Cuando mi corazón quería irrumpir como una fiera.

Hice lo que pude
Para tratar de descifrarla…
Pude tan poco,
El péndulo parecía moverse
Como azotado por una tormenta.

¿Estabas esperando, impaciente?;
¿O estabas evitando,
Tratando que yo entendiera?
Quizás simplemente
Necesitabas que yo aprendiera.

Me invadían la desesperación y la tristeza,
La melancolía de temer
Que todo se desvaneciera.

Todo parecía tan exacto,
No podía aceptar que el destino fuera otro.
Pero yo no escribía la historia,
Tenía que vivirla como todos.

Creo que decidí estar atento
Pero no buscar soluciones artificiosas,
Encontrar el momento para aclarar el aire
Y que se desenvuelvan todas las cosas.

Espero poder ver el camino,
Viajar con la corriente.
Poder aceptar que todo sea como sea,
Ser paciente.

Pero no evitar, quizá inconscientemente,
Hacer lo que deba, aunque cueste;
Para mostrarte el camino de mi alma,
Por si querés recorrerlo, íntegramente,
Y quedarte al menos una temporada.

Va a ser difícil, puede que duela,
Si todo no se transparenta;
Como mi estrella presiente.

Queda en mí,
En mi presente;
Decidir lo que hago,
Con lo que vos me muestres…


Ciclo de Aprendizaje

Madrugada, la última estrella todavía brilla. Luego de un frugal desayuno (queso, miel, algunas nueces, y un vigorizante té), sobre la piedra más grande a la orilla del lago, el Maestro se sienta. Ve los primeros resplandores del día antes que el sol definitivamente se asome. El primer rayo lo alcanza, delicadamente se eleva sobre su cuerpo, encendiendo uno a uno sus chacras. Mientras el sol desnuda el resto de su cuerpo, este primer rayo se detiene a un palmo de su cabeza; allí se queda. Cruza sus piernas, dispone sus pies sobre sus rodillas. Sobre sus muslos, las manos. Los ojos abiertos, pupilas dilatadas, vista en la nada.
Vuelve; su boca, adornada con una sonrisa de infinita dulzura, se mueve serenamente…

– Llegas justo a tiempo.

A su lado un hombre, dispuesto en la misma posición, con los ojos cerrados. Lentamente los abre…

– No quise molestarlo, Maestro, no esperaba encontrarlo acá.

Su semblante era sereno, pero melancólico. Su gesto mostraba una nota de irritante confusión. Sus ojos algo decaídos, sus hombros vencidos bajo un peso intangible. Buscaba palabras, su boca delicadamente mostraba muecas de cierto nerviosismo.
El Maestro sonreía, mirándolo amorosamente; pacientemente.

– Maestro, ¿Por qué duele?…

Esperaba la pregunta, no le intrigó que la provocaba. En todo caso la respuesta sería la misma.

– El dolor es una forma de entender una experiencia, puede ser un vicio; después de todo, siempre una ilusión.
Una experiencia puede ser incómoda, terrorífica, dolorosa físicamente, al vivirla podríamos desear estar en cualquier otro lado. Pero el dolor como tal es hijo de la negación. Sucede al estar convencidos que algo no debería estar pasándonos; o al ponerlo en términos de bueno o malo, justo o injusto. Todas interpretaciones de la mente humana, tratando de etiquetar todo. El dolor se hace perpetuo, autoalimentándose, mientras esta negación no se resuelva. Se hace inmenso, puede abarcar todo.
Cuando uno pasa por su propio infierno, lo abraza, llega a amarlo; aprende de él, encuentra paz, vuelve convertido en Maestro.
Las experiencias son lo que uno hace de ellas; en principio son, por lo tanto son necesarias, por lo tanto son buenas. Gracias a ellas aprendemos, evolucionamos, crecemos.

– Pero… ¿por qué tenemos que aprender?, ¿por qué así…?

Su sonrisa se hizo más grande, sus ojos más tiernos. Con el dedo índice lentamente recoge con delicadeza una lágrima de su mejilla, la hace pender suavemente de la yema… hasta dejarla caer sobre la grava de la orilla.

– Es lo que elegimos, es como ir a la escuela. Elegimos un curso, no todas las materias nos gustan, pero son necesarias. Aprendemos, las aprobamos, podemos seguir adelante. Luego conseguimos el objetivo de evolucionar, y desarrollarnos. Por eso es bueno para nosotros que estemos agradecidos por todo lo que nos ayuda a lograr nuestro objetivo, aunque a simple vista no tenga sentido.
Solo que acá no podemos abandonar, repetimos hasta que aprendemos; somos inmortales, eternos. La materia, el tiempo; son nada más, ni nada menos, que un curso.

El hombre levanta la mirada, esboza una sonrisa, tímida. Siente que una energía hermosa lo contiene, lo nutre. Siente más livianos los párpados.

– A veces es tan difícil… ¿Cuál es el secreto entonces?

– Amor. Es nuestra única, y la más grande arma del universo. Es la energía que une todo, que reúne lo disperso, que amalgama todas las partes del Uno.
El problema es el ego. Esa construcción de electricidad neuronal que desarrollamos durante cada experiencia en la materia. Esa persona que formamos, con historia, ideas, convicciones, emociones. No es que esas cosas sean malas, para nada. Es que solemos dejar que nos controlen, que nos aten. Que nos digan quienes somos. Forman parte de nuestra experiencia en la tierra, no son quienes somos. Somos Luz; inmortal, eterna. Todo lo demás forma parte de la experiencia de la materia, también es perecedero. Son un medio, no un fin.
El Amor nos ayuda a ver por encima del ego, a que nos sirva en nuestra experiencia. A que no nos controle. El Amor te hace ver lo que amas más allá de su propio ego, entonces podes ver como dos cosas separadas lo que amas y su ego; los dos egos no pueden colisionar, no se retroalimentan. Solo las dos luces interactúan, entonces las emociones salen de ahí y no del ego, y es maravilloso.
Si encontrás en tu interior ese Amor por todo, la vida es siempre maravillosa, y más real que nunca. Sin importar que experiencias tengas que enfrentar.
Acordate, tu interior es tu luz. No tu mente, ni tus entrañas…
La meditación es acallar la mente, apagar todas las luces para ver tu Luz. Ayuda mucho.

El hombre levanta la vista, arquea las cejas en un gesto que combina el asombro y la incredulidad…

– Amor?… No sé, yo puedo amar a una mujer, y después ya no la amo más. Puedo amar a un hermano, y luego puede hacerme una trastada; y no solo que quizás ya no lo amo, sino que puedo empezar a odiarlo…

El Maestro asiente, con un gesto de dulce picardía; como si esperara semejante interdicto…

– En la experiencia de la materia todo se experimenta particionado. Del Todo solo podemos interactuar con una parte a la vez.
Por ejemplo: El Amor es uno, es por todo; es siempre total e imperecedero. En esta vida nosotros experimentamos ese amor en muchas partes. El amor paternal, el romántico, el filial, el fraternal. Cuando amamos a alguien es eterno, no es un sentimiento ni una emoción; es un estado. Es al máximo, no hay gradaciones.
Si realmente Amas a alguien, puede que ese Amor se manifieste de otra manera con el tiempo, que cambie. ¿Terminarse?, jamás.
La gran disfunción empieza cuando se confunden emociones del ego, tales como posesividad, celos, inseguridad, falta de autoestima, etc.; con Amor. Estas si son perecederas y tienen grados de intensidad. Y pueden causar mucha infelicidad cuando no son satisfechas. Lo peor de todo es que se alimentan de cosas de la materia, como el ego, que también son perecederas; por lo tanto siempre tienen hambre.
El Amor necesita la libertad y felicidad de lo amado, en consecuencia nunca genera dolor.
El odio en sí mismo no existe, es solo el ego regodeándose en estas emociones.

– Me dio mucho en que pensar, Maestro. Gracias…

El Maestro se acerca a él, apoyando el centro de su frente en la del hombre. Ahora el primer rayo de la mañana ilumina las dos coronas.

– No pienses, siente, medita. Usa la mente para resolver cosas de la materia, ese es su propósito. Gracias también…

El maestro se aleja, dejando al hombre atónito con la mirada perdida en el horizonte; que no se percata que el primer rayo de la mañana ahora apunta a un palmo de su cabeza, mientras el sol se esconde. Camina algunas millas, el sol comienza a esconderse tras del lago. Luego de un tiempo se interna en un bosque y llega a un claro.
En el claro hay un hombre sentado sobre una roca. Observa el cielo a través del claro. Mientras los últimos resplandores del sol, ya escondido, se desdibujan; la luna se asoma.
A lo alto, la primera estrella del atardecer brilla intensamente. Uno de sus rayos se dirige, estático, hasta justo a un palmo hacia arriba de la cabeza del hombre. El maestro se sienta a su lado, en el suelo. Cierra los ojos.

– Llegas justo a tiempo…

– No quise molestarlo, Maestro. No esperaba encontrarlo acá…


Un día… Hacia la Luz

Un pié adelante del otro. A veces está y no está, está adentro, perdido. En una sonrisa, en una mirada, en un gesto, en una palabra. El ruido de la ciudad es la pared de una burbuja, de años luz de diámetro. Las imágenes se funden, proyectadas, como manchas cada vez más uniformes; en un fondo que tiende a la homogeneización.

– No sé como hacerlo…

Siente el destino, con un fuerte sabor a mala interpretación. Se golpea la mejilla…

– No todo está dicho…

Dobla una esquina, el mismo camino se delinea en su corteza; lejos de la conciencia, los pies siguen.
Prefiere cualquier cosa antes de hacerla sufrir, prefiere sufrir; hasta que aprenda a Amar de otra manera.
Sus pies se frenan por propia voluntad ante el rojizo resplandor de una advertencia, y el sonido de una veloz amenaza. Sigue perdido, adentro. No puede evitar escribir un desenlace tras otro, lo envuelve un drama tan ficticio como cualquier posibilidad.
Sabe que el dolor es autoinfligido, tiene miedo;… tiene miedo que piense que es su culpa, que sufra.

– … no sos el centro de todo,… y de todos…

El murmullo de la gente a su alrededor no lo distrae. Se siente aislado.

– … debería ser uno con todos…

Siente las lágrimas trabadas unas contra otras en el margen de sus ojos, quisiera estar solo. Parado, el tren se mueve uniformemente incitando al sueño.
Tiene que hacer algo, ¿por qué tiene que ser así, de esta manera?… le es tan ajena…
Tiene que aprender, salir de su propia cárcel.
El Ama, pero hay algo más…

– No puede ser que solo pueda entender esto a través del sufrimiento… tengo que aprender…

Reconoce un parásito, su ego todavía patea… Sabe que el Amor no puede ser lo que lo aleje, jamás va ha provocar que nada le importe,… que nadie le importe… que solo ella le importe…

Otra vez, un pié adelante del otro. Estamos cerca, en realidad no importa; dejó de estar despierto cuando cruzó la puerta… podría estar en cualquier lado. Quiere volver, pero tiene que esperar. Todo se detuvo en la última imagen, todo está quieto… hasta mañana.
Espera un milagro, espera reconocerlo,… espera poder aceptarlo.

– Entrega libertad, sino no es Amor… su felicidad es tu felicidad, no importa lo que implique. Eso es Amor…

El sabe que el Amor fue antes, esta manifestación… mucho después. Siente que va ha poder volver, si es necesario. Tiene miedo que ella no pueda… de perderla.
Su casa, designada concreción de su prisión. Quisiera hacer algo… no sabe que, no sabe como. Por ese día siente la puerta cerrada. Está hibernando.

Conoció su hermosa luz, pero todavía no era el momento. Tenía que entender su Amor por alguien más. Por alguien que Ama, pero de otra manera…
Amó esa luz, pero no la veía del todo, aunque le quemaba la nuca. Un día cantó, y vió la Luz de frente… y cantó con la Luz. Ya nada fue igual.
Poco ve ya, que esa Luz no ilumine.

– No importa como, no importa donde… su Luz siempre va a iluminar mi camino, es Libre… soy Libre…

No es la única Luz, aunque es una de las más intensas. Está bendecido con muchas luces… pero esta matiza tanto con la suya, le quema el corazón.

– ¿tendré que enfocarla con otro prisma?…

De espaldas, la cama incompartida… se siente yacer en un vasto desierto sin fin, tan alejado.
Trata de ver el camino, se le hace muy difícil… medita.
Sabe que nadie tiene ninguna obligación, sabe que nadie lo está lastimando…
Los cursos a veces son tan difíciles.

– Tengo que aprender…

El cansancio arrecia, en el cuerpo, en la mente… en el alma. Ya no espera los sueños, espera despertar… volver a la Luz.
Espera aprender, espera Amar… espera ser Amado. Como sea…

– Tengo muchas luces… falta una, un lugar esta oscuro, un lugar espera…

La noche acompaña la melancolía, nunca pudo vivirla de otra manera. Espera no soñarla, quiere vivirla… hacia cualquier final.
Duerme lleno de Amor, hasta empezar un nuevo ciclo… que espera sea el que lo lleve adelante…

– Tengo que aprender…


Marcas de tu Amor

Am2-7/C-Bm7-Fmaj7 x 2

Bm7                          Cmaj7
Ya los sueños no cubren
Fmaj7        G6
El halo del sol
F7                             Em7
Las ansias del corazón

Am2-7/C Bm7
Pensar solo
Fmaj7
En el cielo,
Am7                      Bm7
El roce de tu cintura,
Cmaj7                                         Fmaj7
Destruye los cimientos de la razón.

Am2-7/C    Bm7
Sobre lo posible,
Fmaj7
Y lo esperado,
Am7                          Bm7
Las lágrimas se agolpan
Cmaj7                                         Fmaj7
Contra las fronteras de mis párpados.

Bm7                              Cmaj7
Y ya los sueños no calman
Fmaj7                            G6
De mis manos el temblor
F7                                              Em7
Necesito las marcas de tu Amor.

Am2-7/C                                Bm7
Ya no quiero gastar tu nombre,
Fmaj7
Tendrías que saberlo,
Am7                            Bm7
Sentir el alma de tu piel,
Cmaj7                                      Fmaj7
O seguir padeciendo este hambre.

Am2-7/C         Bm7
La desesperación,
Fmaj7
No encontrar el camino
Am7        Bm7
De tu corazón
Cmaj7                                               Fmaj7
Marca los pasos de mi destino de hoy.

Bm7                          Cmaj7
Y ya los sueños no sanan
Fmaj7                     G6
Las heridas del corazón,
F7                                            Em7
Forjadas en la lejanía de tu voz.

Fbic-Ebic x 2 – Gbic –F#bic-Fbic-Em7

Fbic       Ebic          Fbic          Ebic
Ya escuchaste el llanto de mi amor
Fbic                                          Ebic
Como un rugido en el vacío de la canción.
Gbic                                       F#bic
Quiero que brille de tu esencia el sol
Fbic                                            Em7
Y amaría que bañara mis campos con su calor.

C9-Bm7 x 2

C9                            Bm7           Fmaj7
Y si sueñas con el filo de mi voz…
Cmaj7                                          Fmaj7
Transita la estela de nuestra pasión…

C9                                           Bm7                                      Fmaj7
Aunque tu amor no retoce en los prados de mi amor…
Cmaj7                                           Fmaj7
Sabe, siempre habrá tu lugar en mi corazón…

Am2-7/C-Bm7-Fmaj7


Te Amé,
Te Amo,
Te Amaré eternamente;

Pues el Amor,
En su esencia más real y pura,
No conoce límites ni alcances a su espesura.

Te Amé mucho antes de enamorarme.
Iluminaba tu presencia mi camino
Cuando mi mirada se desviaba, todavía,
Por las estelas marcadas por otros destinos.

Se que tu Amor es inmenso,
Baña a todo y todos,
Los que tienen la ventura
De acercarse, siquiera, al halo de tu alma;
Que es tan intenso.

Por eso se que me Amas
Más allá de como elija ese Amor manifestarse.
Y es por eso, además,
Que nada que sea tuyo puede acongojarme.

Por favor, no confundas
Mi Amor, Verdadero;
Con una material emoción,
Con un capricho efímero y pasajero,
O, Dios no lo quiera, con la posesiva obsesión;
Digna de un banquero.

Entonces, te suplico,
Si tu Amor no elije presentarse a mi puerta
Con las blancas galas de una novia atenta,
Que se presente como esa vasta estrella
Que guarda un rayo para mi alma, de tanto en tanto;
E ilumina mis despertares con la inocencia
De un eterno campo de cerezos y almendras.

No se exactamente como,
Pero se que es Amor lo que mi mirada despierta.
Eso de sobra basta, y es por eso,
Que, por favor, no sientas ninguna pena;
Te lo ruego,
Si tu Amor no se unge al tono,
De lo que mi amor en este momento intenta.

Pues, lo repito,
Es absolutamente imposible
Que nada que provenga de tu Luz,
De su bravura,
Dañe mi corazón de forma alguna.

Sabrás ya, después de tanta verborrea,
Que no es ningún sacrificio,
Dejarte navegar hacia donde te lleve la marea.
Verte volar desde lejos,
Con la majestuosidad de un águila,
Y tu libertad; desplegando sus alas
Hasta donde el horizonte se vea.

Y sin importar que tan lejanas y exóticas
Sean las playas hacia donde las olas te eleven,
Disfrutare su belleza a través de tus ojos,
Y sentiré la inmensa felicidad que en tu alma despierten.

Ya a esta altura diría,
Que no soy puerto ni costa todavía,
Quizás algún día lo sea
Para tu barca o cualquier otra
Que lo necesite en medio de una tormenta;
O tal vez solo para disfrutar la calma de mis arenas.

Lo único que mi ser padece como un sacrificio
Es percibir el resplandor de tu Faro tan tenue.
Puede ser que sea solo mi falta de oficio,
Es posible que sean otros vientos los que azotan de tu escollera los flejes;
Solo espero que mi mano no tenga el alcance
Para hacer temblar, siquiera, los pilotes de tan precioso muelle.

Hoy alzo de mi chalupa las velas,
Hacia amplios océanos
De desconocidos peligros y venturas;
Detrás dejo una fosforescente estela
De leales algas piadosas y aventureras,
Por siempre desde mi timón
Hasta, de tu laguna, su tibia pedrera.

Quizás, algún día,
Si zozobra tu nave, o la mía;
Un salvador encuentro
Nos permita seguir nuestra ruta;
Como camaradas, o como lo que sea.
Porque velar por tu seguro y firme vuelo,
Si importar el destino que posea;
Y más allá del puesto
Que me toque ocupar en la cubierta,
Es desde hoy parte de mi destino,
Y, de mi camino, una de las alegrías más sinceras.


Hoy tengo que llamarte,
Pues parece que todos mis esfuerzos,
Aunque intensos y profanos,
No llegaron ni por poco al logro
De hacia mi esquina acapararte.

Ni siquiera se
Si, al desplegar mi plumaje,
Pude llamar la atención al hecho,
De que ya había cambiado
El clima de nuestro paraje.

No suelo apresurarme,
¿Cómo puede ser que mi empatía,
Luego de tanto espionaje,
Haya desviado tan lejos su mira
Cuando creyó que a tus atenciones distraje?

Mis estrellas están tan obstinadas
De que a las tuyas han de encontrarse
Tan indefectiblemente ligadas,
Que quizás todas mis capacidades
Estén terriblemente desalineadas.

De la esperanza, es lo más difícil purgarse;
Tanto, que a pesar de los fríos destellos
Que tenuemente provocaron mis intentos,
No pude evitar sentir que, tal vez,
El canto no estaba completo.

Por un momento creí
Que mi trino había encendido tu pena.
Nunca me puse a pensar que quizás
Solamente desbalanceó tu destreza,
Quizás, simplemente, no estés al tanto de tu verdadera Belleza.

Hoy tengo que llamarte,
Y esta vez, ya no hay lugar para mis sutilezas.
Arriesgando todo lo que de mí
No son más que opacas utilerías de escenas,
Pudiendo ganar con ello la Vida más hermosa y plena.

Lo único que me aterra arriesgar
Es esto de nosotros, que,
Aunque coartado en su suficiencia,
Despliega la luz que desearían tener
Todos los amantes, de todos los poemas.

¿Puede una luz como esta
Apagarse en un afanado intento
De que estalle para siempre
En su más intensa luminiscencia?
No parece razonable,
Pero esta apuesta es todo lo que me queda.

Pensé que después de tantas humildes proezas,
Ya no sería necesario llamarte en voz alta
Esperando tu respuesta.
Cuando uno toca a la puerta que el destino interpone en su estela,
El cielo y el infierno son tan posibles, y están tan cerca.

Hoy tengo que llamarte,
Caminar manso por el valle de las sombras
Con la mirada firme al frente,
Fijada, en ese sutil destello que enternece el Alma
Y entorpece a la mente.

Solo espero que mis torpes pies
No encuentren abismo alguno,
Que pudiera finalizar su marcha abruptamente
Antes que el calor de tu mirada
Disponga dulcemente de mi suerte.


Elegía

En la luz que su camino dejó en el mío,
Sonríe su recuerdo;
Que es Presente,
Y siempre,
Amor.

A paso lento, vertiginoso,
Lacerante, cada uno;
Ante mi mirada perdida,
Cruzaste el umbral
Sin darme tiempo, siquiera, a llorar.

Hacia esa senda, que no puedo alcanzar,
Desesperadamente quise besarte una vez más.
Así la vida ingrata decidió amputarte,
Y arrastrándose, mi espíritu vacilante,
Por una herida eterna, sangró la verdad
De tu amor y tu arte.

Con mis propias manos,
Bajo látigos calcinantes,
Tendí un lecho, de flores, raíces y grama;
Sobre el que sueñas, retozando,
Los prados dorados que una vez quise regalarte;
Y entre las llagas sangrantes, de mis palmas doloridas,
Mi alma lloraba el perdón que le otorgaste.

Una vez más quisiera, al menos,
Navegar tu oscura mirada,
Hermosa y brillante;
La que la última vez no estaba.
La que al amor entregaba sin más,
El cálido abrazo,
Que al corazón entibia
Con enternecida calma.

Hoy, entre sueños,
Húmedos los ojos y pecho rebosante,
Me atormenta la deuda que a tu amor contraje;
Ni aunque el cielo y la tierra,
Fueran absolutamente mi voluntad y mi feudo,
Alcanzaría, remotamente,
La vida que iluminaste,
Y sanaste.

Lucas Sebastián Lohrmann


Del Amor

Vive lo que Es,
Y lo que Es es Amor.
Amor hecho de amores,
Y de amores trascendente.

Unidad manifestada
En lazos inmanentes,
De lo que, siendo uno,
En la diversidad se hace presente.

Amor que encuentra,
En la herida inflingida,
Razones de misericordia
En cuyos mansos caminos se pierde la mente.

Sueña Amor,
Que es Vida,
Vive sueños, en los cuales,
Se Es Amor, se purgan males.

Diluye las barreras,
Que el ego levanta entre banderas.
Orden y anarquía,
Es todo la misma mentira.

Las luces se funden
En fulgurante crisol;
En un solo sol,
Empiezan y terminan todos los caminos.

En el Amor no hay olvidos,
Ni fin, ni principio;
No hay otro ni yo,
No hay prioridades ni beneficios.

Amor, solo Amor,
Siendo lo que Es y lo que somos;
Es donde la Luz manifiesta
El camino interno hacia el Todo.

Lucas Sebastián Lohrmann


Sapiencial

¿Qué valor le pondrías
Al más fino de tus cabellos?
Mide por las cosas pequeñas;
Si la parte más pequeña es invaluable,
¿Cuánto más invaluable será el todo?

¿Sabe la mente acaso
El devenir del más simple de los misterios?
¿Porqué no buscar entonces en las profundidades,
Aquellas que yacen en la superficie?

¿Qué pueden ver los ojos
Sino aquello que tienen enfrente?
Ahora; no ayer, no mañana,
No lo montado en la atrayente ilusión del movimiento.

Si ves la luz arqueando el cielo,
Apareciendo, escondiéndose, y volviendo a nacer;
Entonces ¿cuál es la duda?
Si la Verdad es más evidente
Que la frescura del viento acariciando el centro de la frente.

¿Cómo es que moviliza tus entrañas
Qué es lo que has de hacer,
O las piedras que has pateado en el camino?
Si tus manos no pueden asir del tiempo la más pequeña migaja.

¿Por qué, en vez de apartar
El pan amargo de tu boca,
No oras por que sea de provecho
Cuando no hay ningún otro alimento?

Si no tienes la facultad
De ordenarle al trigo que sea más dulce,
Ni a tu lengua que tenga la cortesía
De trocar la hiel que la estimula.

Ama lo que Es, y lo que Es te amará a ti;
No como recompensa,
Sino como un forastero
Ama a un corazón abierto
Que lo recibe con agua fresca y contento.

Sueña y haz soñar el sueño del corazón,
Inclusive a quienes quieran despertarte;
Pues todos somos el sueño de todos,
Y el Amor es el sueño de la Vida.                                                                     

Lucas Sebastián Lohrmann


A La Luz

Cuanta soledad en las entrañas del ego,
Alza la deuda al amor.
Tribulaciones de los lamentos,
Vacío, génesis en la oscuridad.

Llama a la luz,
Impregna la duda de llamas.
Huele ahora el perfume
De los mantos sagrados de las flores.

Tala las raíces
Y crece de nuevo,
Riega los brotes
Con la frescura de nuevas mañanas.

Transfigura las lágrimas;
El oro abrazador asume el agua,
Y deja una indeleble marca
De azúcar en las mejillas.

Ya se borra la creencia
En las figuras de la nada.
Abre de par en par la vista, ahí,
Justo en el centro de la frente.

Brota luz, que es luz;
Génesis de luz, que manifiesta luz.
Derriba ilusiones contundentes
De opaca masa indiferente.

Un paso hacia el Todo,
Dos pasos hacia la Verdad,
Tres pasos hacia el Amor en la inmensidad.

Trinitario camino
Abre trinitarias puertas,
Todas en la sabia razón del corazón.

Llega el misericordioso olvido
De las perecederas imágenes.

Luz, Luz, Luz,

Intensa Luz,

Esencia Luz.

Lucas Sebastián Lohrmann


Juan Francisco Quevedo

POESÍA PARA VIVIR

Relativando

El artista busca lo que nadie ha encontrado, por ello está destinado a encontrarse a sí mismo.

Diferentes partes de mi

encontrarás de todo... lo interesante es que lo leas y lo hagas tuyo.

cruzdelsur

Vivencias, pensamientos y sentimientos durante este camino ... llamado VIDA...Experiences, thoughts and feelings during this journey ... called Life.

Las Musas hacen al poeta

Prosa y verso de Xavier Roca Ticó